Aún se cree el concepto erróneo de que una carrocería es
más segura cuanto más rígida e indeformable sea. En este caso, luego de un
choque, toda la energía que se libere sería absorbida por los ocupantes y por
el vehículo u objeto impactado, lo que incluso podría ser fatal para los
pasajeros.
Para evitar esto se diseñó una estructura con deformación
programada, la carrocería absorbe, hasta cierto punto, la
energía del impacto, a través de la deformación en puntos concretos que, en
ocasiones, son visibles en forma de orificios, acanaladuras o pliegues en los
largueros y travesaños que la componen. También la disposición de estos
elementos es importante, ya que se colocan de manera que absorban la energía de
forma progresiva, distribuyendo las fuerzas por toda la carrocería, siempre
reduciendo los riesgos para el habitáculo.
Sin embargo, no toda la carrocería es elástica sino que
necesita un esqueleto que en caso de choque mantenga a los ocupantes protegidos
del impacto exterior. En realidad, la estructura del vehículo está formada por
zonas deformables, sobre todo en las partes anterior y posterior del vehículo,
y por una parte rígida, conocida como jaula o celda de seguridad, donde los
travesaños y largueros han sido fabricados en aceros de alta resistencia que,
esos sí, soportan el impacto sin deformarse, justo para proteger a los
ocupantes de un posible aplastamiento.
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